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sábado, 20 de abril de 2024 00:00h.

LITERATURA

Los nombres de Cristo

El libro Los nombres de Cristo examina las muchas denominaciones que se han otorgado al Hijo de Dios en las Santas Escrituras. Con un lenguaje directo y sencillo, la obra fue escrita por los autores cristianos Thomas Corwin Horton y Charles Hurlburt.No se puede vivir para Dios en estos días sin enfrentar terribles conflictos. Enemigos de dentro y de fuera asaltan constantemente a los santos. Principados y potestades son desplegados contra el hijo de Dios que busca servir a su Maestro. No tenemos en nosotros mismos las fuerzas para enfrentar estas huestes del maligno, pero Jehová, el poderoso en batalla, es nuestro Salvador, nuestro intercesor, nuestro hermano mayor, nuestro amigo fiel que nos acompaña constantemente.

 

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Al Señor se le atribuye gloria porque es el creador de todas las cosas. Él hizo los mundos y dice: “Todo lo que tiene el Padre es mío”. Poder sin límite y posesiones sin límite son suyas, y nosotros también le pertenecemos. Alabado sea Dios por esta gran revelación que tenemos de Cristo. Él nos compró con su preciosa sangre. Somos especiales para Él como la niña de sus ojos. Nunca nos dejará ni nos olvidará. Pertenecemos al que es “Heredero de todas las cosas”. Nuestras necesidades serán satisfechas porque somos herederos de Dios.

 Dios es “gloria” –o “excelencia”– más allá de toda comprensión es algo que nadie pone en duda. ¿Pero miran nuestros corazones a Dios en humilde y verdadera adoración, y conocen y proclaman la verdad. Nuestra seguridad descansa en el hecho de que Él nos posee. El gozo más profundo y santo nos viene solamente cuando con humildad decimos en la hora de la adoración secreta: “Tú eres mío”. Señor, mi gloria, sé mi escudo en este día. Mi cabeza se levantará a los cielos hacia tu majestad y la sostendrá en alto por causa de tu poderosa protección. Amén.

El libro Los nombres de Cristo es un recurso sumamente valioso para entender mejor la gloria, la majestad y el poder del Salvador. Escrita por Thomas Corwin Horton y Charles Hurlburt, reconocidos autores evangélicos del siglo XX, esta obra, además, según su editor, James S. Bell, ayuda a contemplar a Jesucristo en todo su esplendor, franca llaneza y complejidad.

La luz maravillosa

Publicado en castellano en 1999 por la editorial Portavoz, el texto de Horton y Hurlburt no solo es una interpretación, muy bien estructurada y rigurosa, de los nombres de Cristo incluidos en la Biblia, sino también una guía de devociones que puede ser empleada a diario por los cristianos para intensificar su inclinación, amor y fidelidad al Creador. El libro provee, asimismo, un contexto para cada nombre que ilumina su significado en un pasaje dado.

Jesús  es la “Luz de Israel”. Él es también la “Luz de la vida” y la “Luz de los hombres”, una “Luz para iluminar el mundo”. Amado hijo de Dios, ¿está llevando las ramas inútiles, las cosas feas y desagradables de su vida ante la Luz de su presencia para que puedan ser consumidas? Un día el resplandor de su presencia destruirá al promotor y defensor del mal. ¿Someteremos nuestra vida a esa Luz maravillosa y le pediremos que consuma todo el mal que haya en nosotros? Señor, tu presencia es tanto luz como fuego dentro de nosotros. Que arda con mayor esplendor y pueda crear un claro reflejo de tu majestad. Amén.

El lirio de los valles, la estrella resplandeciente de la mañana, la rosa de Sarón, el autor y consumador de la fe, Jehová el Señor, amigo de pecadores, hijo del hombre, rey de reyes, la roca de Israel, luz de las naciones, el león de la tribu de Judá, hijo de Abraham, Emanuel, maestro bueno, el autor de la fe, nazareno y heredero de todo son algunas de las más de trescientas denominaciones bíblicas de Cristo explicadas con maestría por Horton y Hurlburt.

Para esto he nacido

Nuestro Señor Jesucristo fue una señal clara para Israel. Las profecías habían declarado desde hacía mucho que Israel sería probado cuando apareciera el Mesías. Algunos le creerían y le seguirían; otros le rechazarían y le crucificarían. Cuando Pilato le preguntó a Cristo: “¿Eres tú rey?”, Él respondió: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo”. Pobre Pilato, tenía la evidencia delante de sí, pero no la aceptó. ¿Dónde está él? La señal también ha sido dada a nuestra Tierra. ¿Dónde están las multitudes? Las buenas noticias de Cristo serían proclamadas una y otra vez, pero muchos no las aceptarán. Señor, ten compasión de nuestro pueblo. Inspira en tus siervos a que sean valientes y veraces en hacer sonar la alarma. Mediante tu gracia llama a muchos a tu reino. Amén.

Al Señor se le atribuye gloria porque es el creador de todas las cosas. Él hizo los mundos y dice: “Todo lo que tiene el Padre es mío”. Poder sin límite y posesiones sin límite son suyas, y nosotros también le pertenecemos. Alabado sea Dios por esta gran revelación que tenemos de Cristo. Él nos compró con su preciosa sangre. Somos especiales para Él como la niña de sus ojos. Nunca nos dejará ni nos olvidará. Pertenecemos al que es “Heredero de todas las cosas”. Nuestras necesidades serán satisfechas porque somos herederos de Dios y coherederos junto con Jesucristo. Mantengamos nuestras cabezas en alto y nuestros ojos mirando hacia el cielo de donde Él vendrá. Bendito heredero de todo, tómanos bajo tus alas. Que seamos gloriosamente felices en comunión contigo. Amén.

Los nombres de Cristo, que junto con Los nombres de Dios y Los nombres del Espíritu Santo conforman una trilogía de gran impacto, contiene un índice con las referencias bíblicas usadas en el texto que permite un estudio más profundo de cada nombre incluido por Thomas Corwin Horton y Charles Hurlburt. Estructurados en orden bíblico, la obra hace un repaso de las huellas de Cristo desde la caída en Génesis hasta la ciudad celestial de Apocalipsis.

Este maravilloso sumo sacerdote, este Cordero de Dios sin mancha, cuando hubo terminado su ofrenda sacerdotal por el pecado, se sentó a la diestra de Dios en los cielos. Todavía le podemos ver, al Cristo eterno, con sus manos y pies heridos dando testimonio de su individualidad e inmutable personalidad. Un día Él descenderá de las alturas celestiales y todo ojo le verá. Su voz resonará como vos de arcángel. Él viene por ti y por mí. ¡Maravilla de las maravillas! Nuestra fe en su obra consumada en la cruz nos ha unido para siempre a Él. Señor, a ti que eres más alto que los cielos te damos gloria y alabanza, y esperamos con corazones gozosos tu venida. Amén.

Fuente: Impacto evangelístico