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miércoles, 24 de abril de 2024 16:35h.

INFORME

Los jóvenes muestran cada vez menos interés en asuntos relacionados con la fe

Consumistas, rebeldes y demasiado preocupados por su imagen. Así se ven los jóvenes de hoy, según el informe elaborado por el Observatorio de la Juventud en de Iberoamérica (OJI), que pertenece a la Fundación SM. 
 

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Bajo el título Jóvenes españoles entre dos siglos (1984-2017), el trabajo hace un pormenorizado recorrido por las prioridades vitales de los jóvenes de ayer y de hoy, sus intereses políticos, su relación con la familia y la religión y su ocio. 

“Se trata de una de las más significativas e influyentes series de estudios sociológicos llevados a cabo en nuestro país en los últimos cuatro decenios”, afirma Juan José Toharia, presidente de Metroscopia, que ha realizado el prólogo de este trabajo de investigación. 

De acuerdo con los datos recogidos en el informe, para los jóvenes españoles de 15 a 24 años lo más importante de sus vidas son la salud y la familia, seguido de los amigos y conocidos, el trabajo y el tiempo de ocio.

 La familia se muestra como uno de los pilares más importantes de su vida (97% de los encuestados) y el lugar donde se dicen “las cosas más importantes en cuanto a ideas e interpretaciones del mundo”.

En los últimos 30 años ha aumentado paulatinamente la cifra de jóvenes con una posición ideológica extrema y ya son uno de cada cinco los que se confiesan radicales de izquierda o de derecha, y aunque rechazan conductas como el terrorismo o la violencia de género, son más permisivos que sus padres con estos asuntos.

 Junto a ello, se ha acelerado el laxismo moral de los jóvenes que, al igual que treinta años atrás, lo que más critican son los comportamientos que afectan a la moral pública y a las reglas de convivencia frente a los de ámbito privado, familiar o sexual.

 Sin embargo, aunque aún piensan que las conductas más injustificables son el terrorismo y la violencia de género en el ámbito de la pareja, su permisividad hacia ellas es mayor que antes. 

Especialmente la mostrada hacia comportamientos que hasta 2005 se justificaban cada vez menos, como causar destrozos en la calle, hacer ruido los fines de semana o aceptar un soborno en el cumplimiento de sus obligaciones pero, sobre todo, la pena de muerte y la clonación de personas.

Por contra, lo que más justifican son la adopción de hijos por parte de homosexuales o lesbianas y la decisión de una mujer de tener un hijo sin pareja estable o el divorcio, aunque la legitimación que dan a este último caso, así como a la eutanasia o a engañar en el pago de impuestos si se puede, es menor que en 2005.

 POCA CONFIANZA EN INSTITUCIONES

 Además, la mayoría de las instituciones sociales no gozan de su confianza. Solo las organizaciones de voluntariado consiguen en general “mucha” o “bastante” confianza para el 66% de los jóvenes. Le sigue la Policía (60%), el sistema de enseñanza (55%) y las Fuerzas Armadas (53,5%). Sin embargo, comparado con 2005, la gran mayoría de las instituciones ven caer la confianza de los jóvenes en ellas. Destacan en este descenso el Parlamento del Estado, la prensa y la Monarquía, entre otros.

 Desde la perspectiva histórica, los tres rasgos predominantes de los jóvenes son los que los definen como “consumistas”, “rebeldes” e “independientes”. Los resultados de 2017 les caracterizan también como “demasiado preocupados por la imagen que proyectan” (47%), algo “egoístas” (35%), pero también indignados por la situación sociopolítica (32%). 

 CADA VEZ MENOS RELIGIÓN

 En cuanto a su tiempo de ocio, lo más practicado (en un 94%) de los casos, es ver series y películas, salir o reunirse con amigos, escuchar música y ver contenidos en internet. El acceso y uso de internet es ya generalizado para los jóvenes, el 99% lo ha utilizado en los últimos 4 meses, algo que 15 años atrás solo hacía una minoría de ellos (14%). Por el contrario, desciende de forma llamativa la atracción por las salidas nocturnas. 

 Además, los nativos digitales leen un 5% más que sus predecesores de la encuesta del año 2005, aunque un 32% reconoce que no lee ningún libro al año.

Fuente: Elprotestantedigital