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viernes, 29 de marzo de 2024 00:00h.

TESTIMONIO

Exdrogadicta se gradúa en Misiones

Silvia Regina estuvo involucrada en delitos, pasó años en prisión y vivió 14 años en Cracolândia, la “tierra del crack”, en el centro de São Paulo, esclava de las drogas. Hoy, a los 63 años, comienza un nuevo capítulo en su historia y pretende llevar el Evangelio a los perdidos, así como ella fue evangelizada.
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“Quiero proclamar a todo Brasil: la ex bruja de la Cracolândia de São Paulo se gradúa hoy (28 de noviembre de 2020) de un curso superior en formación misionera”, dijo durante la ceremonia de graduación el pastor Fernando Brandão, director ejecutivo de la Junta de Missões Nacionais (JMN).

“Es posible superarse a uno mismo porque Jesús transforma y hay esperanza en Cristo. Ella está testificando a Brasil y al mundo que en Cristo Jesús es posible llegar mucho más allá, porque Él es poderoso para hacer mucho más de lo que pedimos o pensamos”, agregó el pastor Brandão.

Silvia Regina tuvo una infancia común, su historia dio un giro diferente a los 9 años, cuando, un día, su padrastro llegó borracho a casa y agredió a su madre. En sus días en la calle, Silvia dice que se convirtió en una “pandillera”. “Me enojé con el mundo", dijo. Silvia, quien vivió en la delincuencia hasta los 18 años. En 1975, cuando acababa de concebir a su hija, fue arrestada y no salió de la cárcel hasta los 43 años. Pasó 25 años en prisión. 

Cuando por fin salió libre, empezó a trabajar en una finca en Mato Grosso do Sul, en la producción de crack. Allí recibió dinero y también una nueva adicción, que la llevó al fondo del abismo. “Así estuve 14 años de mi vida, usando crack, durmiendo en las calles de Cracolândia, me convertí en nada. Era menos que basura”, recuerda.

Un día, la misionera Fernanda Toyonaga, quien es parte de Cristolândia, un proyecto que rescata a los drogadictos de las calles, notó a Silvia desde lejos. "La gente le tenía miedo, pero yo no", dice Fernanda. Silvia recuerda con emoción el acercamiento: “Ella vino, me dio un abrazo y dijo que Jesús me amaba. Después de que Fernanda me dio un abrazo, empezó a visitarme muy a menudo”.

La insistencia de Fernanda en expresar el amor de Dios fue suficiente para convencer a Silvia de ser tratada en Cristolândia. “La gente pasa y no se da cuenta de que hay alguien que necesita ayuda”, dice la misionera. "Estas personas están perdidas y necesitan ser alcanzadas".

Cuando contó su testimonio a la Iglesia en 2018, Silvia agradeció a Dios por el proceso de transformación en su vida. "Si no fuera por el gran amor de Dios, todavía estaría en pecado. Dios restaura vidas. Me devolvió todo lo que era mío. Me regresó a mi hija, mis nietos, mis dos hermanos”, concluye Silvia.

Fuente: Portal Guiame