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viernes, 29 de marzo de 2024 00:15h.

REFLEXIÓN

La poderosa palabra de Dios

“¿No es mi Palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?” Jeremías 23:29

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El mundo está saturado de libros, pero no hay ninguno como la Biblia, que es el mensaje de Dios, verdadera sabiduría. Esta Palabra fue escrita por hombres sencillos, que no tenían la aprobación de la sociedad de su tiempo, pero que fueron aprobados por Dios. Está escrita en un lenguaje tan sencillo, que se encuentra al alcance de todos; el científico la entiende, el hombre iletrado también la puede entender.

Esta Palabra la hace diferente a otras, y esto se debe a su autor, y su autor es nuestro Señor Jesucristo. Esta Palabra es cayado para el peregrino, es brújula para el piloto, es espada para el soldado, es agua para el sediento, pan para el hambriento, luz para el que anda en tinieblas, consuelo para el triste, mina de riqueza para hallar la verdadera felicidad.

Antes que Cristóbal Colón descubriese que la tierra era redonda, ya en Isaías 40:22 nos dijo el Señor: “Él está sentado sobre el círculo de la tierra”; la Biblia nos habla que la tierra estaba en el espacio, leemos: “Él extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada” ( Job 26:7); en el libro de Levítico nos dice que la vida del hombre está en la sangre, “la vida de la carne en la sangre está” (Lv. 17:11); Dios profetizó que “los carros se precipitarán a las plazas, con estruendo rodarán por las calles...” (Nah. 2:4).

La Palabra de Dios es maravillosamente poderosa, Dios mismo actuando en ella; por eso dice: “¿No es mi Palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?” ( Jer. 23:29); “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He. 4:12).

“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi Palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Is. 55:10- 11); la Palabra de Dios que es predicada no será dada en vano, en su tiempo dará frutos.

Esta Palabra ha sobrevivido ante todos los enemigos que han intentado destruirla. Diocleciano ordenó quemar todas las copias del Nuevo Testamento; Antíoco Epífanes destruyó ejemplares que encontró del Antiguo Testamento, el emperador romano en el año 303 de la era de Cristo decretó quemar todos los libros escritos de la Biblia. Y en diferentes tiempos intentaron acabarla, pero a pesar de todos los ataques, Dios ha preservado Su Palabra.

“Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Is. 40:8). “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt. 24:35). “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He. 4:12).

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16-17). “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Is. 55:10-11). “Jesús respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4:4). “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado” (Juan 15:3).

Fuente: Impacto Evangelístico