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martes, 19 de marzo de 2024 00:10h.

TESTIMONIO

De la destrucción a la vida en Cristo

Trudy Makepeace era un desastre antes de conocer a Jesús, ya que había experimentado una niñez dolorosa bajo la sombra del abuso, sólo para crecer y llegar a la adultez atrapada en un ciclo destructivo de drogas, prostitución, indigencia y prisión. Pero la Evangelista dice que Dios convirtió ese desastre «en un mensaje de esperanza», y lo comparte en su nuevo libro: Abusada, Adicta, Libre. 
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Trudy habla acerca de su nueva obra y de cómo finalmente pudo alcanzar la libertad después de entregar su vida a Jesús.

-¿Cómo resumirías tu vida antes de venir a Cristo?

Trudy: Mi vida era caótica, yo era un desastre, sin esperanzas ni oportunidad de cambiar. Cuando miro hacia atrás me doy cuenta que estuve huyendo toda mi vida: de mí misma, del dolor de mi niñez, del trauma emocional. Me culpaba a mi misma por el abuso, algo que me llevó a la vergüenza y a la destrucción, además de pensamientos erróneos y a tomar malas decisiones. Pensaba que por las experiencias de mi niñez, yo no estaba preparada para tomar buenas decisiones. Yo elegí vivir mi vida basada en el escapismo y la supervivencia, y terminé tomando el camino de las drogas.

– Trataste 33 veces de alejarte de las drogas y no funcionó. ¿Por qué crees que fue así?

Trudy: En ese momento era débil y carecía de disciplina y propósito, así como de herramientas de vida para tomar buenas decisiones. No me valoraba y tenía grandes luchas internas. Podía entrar a rehabilitación por un tiempo, y mantenerme limpia solo un par desemanas. Por ejemplo: si me sacaban del entorno, yo mejoraba. Pero no era un cambio de ambiente lo que necesitaba, sino un cambio de corazón y perspectiva para no volver atrás.

Sabés, parecía como si cada vez que trataba de estar sobria volvía a caer, y la siguiente vez era más duro y difícil. Entonces llega un punto en tu vida, dónde te das por vencida. Y aunque creía que tal vez algún día saldría, simplemente no podía sostenerlo.

Por supuesto, había un trasfondo espiritual en todo lo que me pasaba, mas te entregas a las drogas y más te haces esclavo. Además está el hábito físico que se forma y que debe romperse, y se necesita de un ambiente saludable para salir de eso. Algunas de las batallas están en el corazón, involucran heridas emocionales, batallas en la mente y batallas emocionales que necesitan ser sanadas, porque afectan la manera en que ves el mundo, y la manera en que actúas.

Estuve luchando con mucha opresión y decepción por haber atravesado muchos traumas que abrieron las puertas a influencias espirituales y ataduras. La Biblia enseña claramente que al adorar a ídolos, uno se vuelve esclavo de los mismos. Esa fue ciertamente mi experiencia, adorando las drogas y el viviendo por nada, hasta que llegó el punto donde la adicción me poseía a mi.

-¿Cuál fue el punto determinante?

Trudy: Para mí, el mayor punto fue llegar a la fe. Antes de eso, si me hablabas del Señor Jesús, yo decía: ‘Bien por tí, pero no me interesa’. Porque vivía en la oscuridad y la disfrutaba. Aunque cada vez era menos grata, está esa parte donde uno quiere hacer su propia voluntad. Mi vida estaba en ruinas. Estaba viviendo en las calles pero la adicción era tan fuerte que perdí la racionalidad. Con la adicción el cerebro cambia y registras el placer de manera diferente.

-¿Cómo llegaste a la fe?

Trudy: Entré a rehabilitación en una comunidad cristiana justo cuando estaba predicando Reinhard Boonke. Recuerdo escucharlo hablar de cómo Dios me amaba y murió por mí, y que quería para mí un nuevo comienzo. Nadie tuvo que decirme que era pecadora, yo lo sabía, así que respondí a la invitación de recibir y seguir a Jesús como mi Salvador; sentí el poder de Dios a través de mi y fpe que estaba experimentando la Presencia de Dios..

-¿Hubieron luchas después de eso?

Trudy: Sí, tuve que volver a rehabilitación, aunque sabía que mi vida ya era diferente. Tuve una recaída y la tentación de volver a las calles y las drogas fue tan fuerte que acabé en prisión.
 

Creo que cuando estás en la condición que yo estaba y eres salvada, toma un tiempo hasta que te fortalezcas. Era como si espiritualmente estaba despierta pero mi mente y alma aún estaban dando vueltas en mi vieja vida; me tocó caer en prisión para terminar de cambiar.

La corte me envió a rehabilitación al mismo lugar al que iba por seis meses; y estando allí leía una Carta de Amor De Dios Padre, entonces pasé de ser salva a forjar una profunda relación con Dios cómo mi Papá, lo que me llevó a abrazar su amor y aceptar su oferta de una relación mutua.

Cuando le pedí a Jesús una segunda oportunidad, lo hice de todo corazón. Realmente entendí que había tocado fondo y no podía seguir en mis propias fuerzas. No tenía más nada, no tenía adónde ir. Me rendí completamente y lo acepté como mi Señor. Y ese fue el mayor milagro que pudo ocurrirme.

Aunque todavía tenía patrones de adicta, después de esa oración, sentí que el deseo esclavizante se fue. Sentí que un enorme peso en mi espalda se fue: la culpa, la vergüenza me habían dejado. Y aunque no lo merecía, Dios me había liberado. Recuerdo sentir el cuarto lleno de amor y paz. Me sentí limpia, amada y aceptada.

Así que para mí, fue aquel día en que di mi vida al Señor y nací de nuevo. Luego tuve un segundo encuentro que fue más personal e íntimo, dónde decidí seguirle y caminar junto a Él. Ese fue el punto determinante para una nueva vida.

-¿Volviste a sentirte tentada de usar drogas?

Trudy: El mayor milagro desde aquél encuentro es que nunca más sentí la necesidad de drogarme. Desde ese día ya pasaron 15 años. Él se llevó todo deseo adictivo.

-Algunos ex-adictos hablan de superar la vergüenza en su viaje de sanación. ¿Es algo que tú has experimentado también?

Trudy: Mucha de la vergüenza por mi vida pasada fue removida en esos encuentros maravillosos. Recientemente, Cristo ha estado haciendo un trabajo más profundo en mi, revelándome un sistema de creencias que habían estado enraizado en mi interior. Me di cuenta que yo operaba en un círculo de creencias por miedo, pues si las personas me conocían realmente no me aceptarían. Así que, por miedo al rechazo que había ya experimentado en mi niñez, aún conservaba conductas y respuestas auto-protectoras. Creía que si lo hacía todo perfectamente, nadie me criticaría o rechazaría; pero si me conocían como realmente era, si lo harían. Así que tuve que trabajar en ello.

-¿Qué le dirías a alguien con un ciclo tan negativo como el que experimentaste, y que siente que no hay esperanza porque ya han tratado tantas veces y han fallado?

Trudy: Le diría lo que Cristo puede hacer por ellos. Quiero hablar vida, esperanza y aliento a esas personas porque siempre hay esperanza, no importa donde estén ahora o cuántas veces hayan fallado.

Les alentaría a contactarse con comunidades o profesionales que puedan acompañarles en el viaje de recuperación. Yo tuve la fortuna de ir a rehabilitación y les diría que intenten lo mismo, pues hay asuntos con los que no podemos lidiar solos, necesitamos cortar con cosas para fortalecernos. Y rehabilitación es un lugar donde te ayudan para alcanzar esa fortaleza.

Pero como sea, les diría que se conecten con alguien que camine a su lado, que los fortalezca y aliente. Les dejaría saber que no está todo perdido, solo necesitan dar un paso a la vez y confiar que Jesús les dará la fuerza y habilidad que no tienen por si mismos. Él caminara en nuestro viaje y nos guiará a la libertad paso a paso.

Estoy agradecida por mi vida, aún por las veces que no quise escuchar, hubo gente dispuesta a seguir llamándome a cosas mejores. En el momento no lo podemos ver, pero miramos atrás y entendemos que era Dios usando a esas personas.


Fuente: noticias cristianas