Buscar
viernes, 19 de abril de 2024 00:09h.

ACTUALIDAD

¿Cómo está cambiando el coronavirus nuestras naciones?

Siempre se espera que los cristianos oren por nuestros líderes políticos (1 Timoteo 2: 1-4). Pero, en esta temporada de Covid-19, nuestras oraciones han sido más necesarias que nunca.
c2i_2452020222258

Los políticos se han enfrentado a una curva de aprendizaje increíblemente empinada en su lucha por mantener a los ciudadanos vivos, sanos, alimentados y capaces de sobrevivir económicamente.     

En general, la gente ha acogido con agrado la adopción de medidas decisivas por parte de un gobierno fuerte. Pero, ¿cómo nos irá en los próximos meses cuando estemos:

– esperando una vacuna o un tratamiento efectivo para el virus,

– enfrentándonos a los colosales costes financieros y a la crisis económica,

– descubriendo qué errores de juicio se han cometido inevitablemente?

Tenemos mucho por lo que orar y por lo que considerar.

¿La solidaridad?

Aunque ha habido maravillosas excepciones, la solidaridad entre las naciones europeas ha sido lamentablemente débil. La Unión Europea no ha tenido la competencia legal para coordinar las respuestas. 

“Esta época es una oportunidad para quienes se dedican a manipular y dividir”.La confianza ha sido dañada. Algunas naciones se ocupan de “los suyos” en el extranjero, como los bosnios-croatas o los rumanos-húngaros. Esto podría ser visto como algo natural y apropiado. O podría aumentar el resentimiento. Tenemos que orar.

Algunas personas pueden trabajar con seguridad en casa o viajar en coche, pero muchas otras no pueden, por lo que deben arriesgarse a contraer la infección. Algunas industrias, regiones, naciones pueden sobrevivir económicamente. Otras se enfrentan a una catástrofe.

El turismo y el ocio constituyen el 10% de la economía y dan empleo a 22,6 millones de personas en la Unión Europea. ¿Cuántos empleos desaparecerán? ¿Cuánta solidaridad habrá dentro de las naciones y entre ellas para salvar a las personas de la indigencia y la falta de hogar?

En todo el mundo, se espera que 265 millones de personas se enfrenten a un hambre aguda este año. ¿Desempeñarán los europeos su papel en la prevención de la inanición?

Pero también hemos sido testigos de tanta amabilidad entre vecinos, y todos nosotros poniendo la vida en suspenso para proteger a los más vulnerables.

¿Pueden los cristianos seguir promoviendo la solidaridad?

El día del juicio final

Nuestros líderes serán clasificados como héroes y/o villanos, dependiendo de los resultados, la percepción y la experiencia. Pero la puntuación negativa es probable que domine a medida que pase el tiempo.

¿Cómo juzgamos a nuestros líderes? La rendición de cuentas es importante, así que estemos atentos a que las voces críticas sean silenciadas. Pero, igualmente, ¿son responsables esas voces críticas?

Cuando los seres queridos están muriendo, cuando se pierden trabajos y hogares, inevitablemente hay una gran emoción y presión. Esta época es una oportunidad perfecta para que los políticos y los grupos extremistas se dediquen a manipular y dividir.

A menudo, el instinto humano se dirige a encontrar a alguien a quien culpar. Ya vemos ejemplos de chivos expiatorios o teorías de la conspiración. ¿Cristianos? ¿Judíos?, ¿Musulmanes? ¿Migrantes? ¿Millonarios? ¿Un laboratorio chino? ¿5G?

¿Pueden los cristianos seguir promoviendo la verdad?

¿La responsabilidad y la libertad?

En la mayoría de las naciones europeas, el contrato entre el Estado y el ciudadano ha cambiado hacia una relación padre-hijo. La acción decisiva ha requerido la obediencia absoluta del pueblo y el control del gobierno.

Los ciudadanos, las empresas y las organizaciones, incluyendo las iglesias, han aceptado su deber de seguir unas reglas estrictas para proteger a sus conciudadanos.

¿Qué sucederá a medida que se aflojen las restricciones y aumente la impaciencia por la normalidad? ¿Continuarán los ciudadanos actuando cuidadosamente para proteger a los demás?

¿Queremos volver a ser adultos, ser plenamente confiables para tomar decisiones sensatas para nosotros mismos, calcular los riesgos con sabiduría, ser siempre conscientes de la seguridad de los demás? ¿Aflojará el Estado el control paterno o se aferrará a sus poderes de emergencia?

¿Pueden los cristianos seguir promoviendo tanto la libertad como la responsabilidad?

Oremos por la plena restauración de los derechos humanos, incluyendo la libertad de religión, de expresión y de reunión.

Hagamos preguntas sobre las aplicaciones de rastreo y seguimiento. ¿Nuestros datos (por ejemplo, con quién nos reunimos y a dónde vamos) van a estar seguros y serán destruidos tan pronto como sea necesario?

Y oremos y trabajemos para inspirar un mejor gobierno en el futuro, marcado por la transparencia, la integridad y la asociación con los ciudadanos al compartir la tarea de crear sociedades florecientes.

Fuente: Protestante Digital